Puede que lleves un tiempo escuchando esas dos palabras «DIVERSIDAD FUNCIONAL» sin saber muy bien a qué se refiere o qué significan. Es más, es probable que no las hayas escuchado nunca si no estás cerca del mundo de lo social o de lo sanitario, pero lo que seguro sí has escuchado es la palabra DISCAPACIDAD.
Las palabras son un potente transmisor de ideas e imágenes en nuestra sociedad. Representan valores culturalmente aceptados que se transmiten con el tiempo utilizándolas como vehículo. Así pues, siendo conscientes de que el lenguaje produce, modifica y orienta el pensamiento, ciertos organismos relacionados con el mundo de la diversidad funcional han intentado acuñar nuevos términos, en busca de una nueva visión social de este colectivo.
Diversidad funcional es un término alternativo al de discapacidad que ha comenzado a utilizarse por iniciativa de algunas personas afectadas, y pretende sustituir a otros cuya semántica hay quien considera peyorativa, tales como «discapacidad» o «minusvalía». Se trata de un cambio hacia una terminología no negativa sobre la diversidad funcional.1 El término fue propuesto y acuñado por Javier Romañach Cabrero en el Foro de Vida Independiente, en enero de 2005.2
Anterior a este cambio conceptual, en mayo de 2001, la Organización Mundial de la Salud (OMS) promocionó la denominada Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la salud (CIF), que propone el siguiente esquema conceptual:
- Déficit en el funcionamiento (sustituye al término deficiencia).
- Limitación en la actividad (sustituye al término discapacidad). Pueden clasificarse en diferentes grados según la cantidad, calidad, extensión o intensidad.
- Restricción en la participación (sustituye al termino minusvalía).
- Barrera, como todos aquellos factores ambientales del entorno de una persona que dificultan o condicionan el funcionamiento: medio físico inaccesible, actitudes negativas, etc.
- Discapacidad: es el término que engloba a todos los aspectos anteriormente enumerados.
Debemos reconocer que la búsqueda de nuevos términos es un hecho loable. No obstante, todavía contienen las palabras déficit, limitación, discapacidad, restricción…
Desde el Foro de Vida Independiente defienden que la diversidad funcional no tiene nada que ver con la enfermedad, deficiencia o el retraso y defienden la propuesta de una terminología que haga referencia a las diversas formas de funcionamiento del individuo, sin que ello implique connotaciones negativas.
La diversidad funcional podría entenderse también como un fenómeno, hecho o característica presente en la sociedad que, por definición, afectaría a todos sus miembros por igual, debido a que durante la infancia y la senectud, todas las personas son dependientes. Dado que en la sociedad existen personas con capacidades diferentes entre sí, incluso grandes variaciones de éstas en un mismo individuo a lo largo de su vida, es posible afirmar que, en un momento dado, en la sociedad existe diversidad funcional del mismo modo que se observa diversidad cultural, sexual o generacional.
Partiendo de la base de que todas las personas somos igualmente diversas o diferentes unas de otras, el término diversidad funcional se refiere a que cada miembro de la sociedad tiene unas determinadas capacidades, que deben ser gestionadas de modo que no se produzcan exclusiones o discriminaciones.
Con el término de diversidad funcional se pretende realzar el hecho de que existen personas que funcionan (actúan, realizan actividades, se relacionan…) de manera diversa. Así, una persona con sordera se comunica a través de los ojos y los gestos, mientras que el resto de población lo hace con las palabras y el oído. Sin embargo, la función que realizan es la misma: la comunicación. De igual manera ocurre en los desplazamientos, para los que algunos necesitaran silla de ruedas o andadores, mientras que la mayor parte de la población lo hará con las piernas.
La idea es que para una misma función hay una manera diversa de hacerlo. Y esto es lo que persigue el cambio conceptual, una denominación sin discriminación. Pues en nuestra igualdad residen nuestras diferencias y estas son las que nos convierten en personas, miembros de una sociedad.